En el transcurso del próximo mes, voy a morir.
No va a ser por enfermedad, ni accidente, ni crimen violento.
En verdad, no estoy muy seguro si va a ser por deshidratación, inanición, o simplemente una vejiga explosiva. O por mugre, aunque no sé si eso mata.
Tengo el siguiente plan: no salir de mi habitación y, más importante aún, no alejarme de mi aire acondicionado hasta que se termine el verano.
Verán, a nadie le gusta el verano.
Sí, todos queremos ir a la playa, meternos en la pileta, hacer asados, etc. Pero eso no es el verano. Son cosas que hacemos en el verano.
El verdadero verano fue y es, como hoy. El sol calcinante, el calor abrasador del cuál no hay escape, ya que todo a nuestro alrededor lo almacena y lo refracta. Cada movimiento calculado cuidadosamente para generar el mínimo de calor. Cada paso en el exterior una tortura, y una carrera (muy lenta, por cierto) para llegar al siguiente aire acondicionado.
El verano es dolor y sufrimiento.
Díganle no al verano.